martes, 1 de febrero de 2011

La vieja,

La vieja subió el volumen del televisor y se dejó llevar por aquella discusión en aquel plató entre "periodistas" y famosillos del corazón. Todas las tardes disfrutaba de su programa mientras dejaba a medias las tareas del hogar. Aquel día el cansancio venció a sus ganas  de saber si tal torero se había liado o no con tal señorita, y el sueño invadió aquella habitación.

Sintió que alguien abrió la puerta, ella perezosa hizo un esfuerzo acorde con sus años por levantarse del sofá y dudosa de aquella visita se desplazó hacia el salón de la casa. 

-Que tarde se te hizo hoy. Adormecida recibió a su marido mientras le ayudaba a quitarse la chaqueta.
-Lo siento mujer , tenía que terminar con unos papeles. ¿Comemos?.

En la mesa, la vieja miró el rostro agotado de su marido, su cara reflejaba una dura jornada entre préstamos,créditos, hipotecas y demás asuntos. Ella, contuvo sus ganas de "hablar" y evitó molestarlo y cuando sus miradas se cruzaron le sonrió. El le respondió. 

La vieja recogió la mesa y mientras fregaba sus recuerdos viajaron a fiestas en el Club Victoria, a aquellos domingos de comida en el campo, a los días de sol por el Inglés..., sus frías manos le hicieron volver a la realidad y secándose volvió al encuentro con su sofá.

Sonó el teléfono y sobresaltada abrió los ojos, moribunda por aquel traicionero sueño no pudo evitar girar la cabeza y ver aquellas cortinas que vestían a la maldita ventana, sintió que el dolor de aquel septiembre intentaba apoderarse de ella, pero la vieja era fuerte y esquivó su llegada respondiendo rápidamente a aquella llamada.

-Hola mamá, ¿qué tal? ¿estabas durmiendo?
-No, no... aquí viendo el programa de la princesa del pueblo...